El Ser, el Chófer y el Monopolo Magnético

El Diseño Humano es una ciencia emergente. Es de hecho, bastante extraordinario que podamos hablar un lenguaje objetivo considerando que es un sistema que nació a través de una revelación. Desde el comienzo, y a medida que se iba desarrollando en un programa educativo coherente, los principios y premisas en las que se basa el Sistema de Diseño Humano han ido siendo confirmadas científicamente, tanto en términos de la teoría de los neutrinos portadores de masa, como de la confirmación genética de que lo que vemos es un cuerpo gráfico individual es lo que nos diferencia individualmente del resto de los seres humanos.

 

El Monopolo Magnético

 

Para mí, el elemento más extraordinario que hay dentro de la estructura mecánica de lo que somos es el monopolo magnético. Este es un imán de un sólo polo, y que, por tanto, solamente tiene la capacidad de atraer. Esta extraordinaria partícula, si podemos llamarla así, sirve de instrumento a un propósito muy específico. Comprendiendo la naturaleza del monopolo magnético, los físicos moleculares serán finalmente capaces de comprender el más importante de todos los principios de la física; la naturaleza de la masa, y la naturaleza de la gravedad en relación a las distintas masas de los cuerpos.

 

Nadie puede entender realmente cuál es la verdadera masa de un objeto sin finalmente comprender la naturaleza del monopolo magnético. En Diseño Humano, decimos que el monopolo es el 'chófer'. Esto es, el monopolo que reside en el esternón y que en el cuerpo gráfico se ubica en el Centro-G. Este monopolo tiene dos funciones en los seres humanos. Una es que nos mantiene integrados en nuestra ilusión individual de existir por separado. Es, con otras palabras, el centro desde el que gravita nuestro aura. Mantiene la integración de todo lo que constituye nuestra forma individual, y, sin embargo, ese principio de atracción que nos integra no es algo que se interrumpa al llegar a alguna frontera imaginaria. En la ilusión de nuestra individualidad separada, ese imán no deja de atraerlo todo hacia sí, tratando de experimentarlo todo desde esa unidad.

 

Cada monopolo que existe, tanto si existe en una forma de las que llamamos inanimadas o en una animada, todos esos monopolos intentan atraerse mutuamente hacia la unidad original de la que emergieron. Por eso decimos que una de las dos grandes cruces que se forman en el Centro-G es la Cruz del Receptáculo del Amor, ya que el amor es una de las funciones primordiales a través de las que el Centro-G nos mantiene integrados en la totalidad.

 

El segundo aspecto del monopolo es que nos mantiene alineados con nuestra línea de geometría. En el proceso encarnatorio, en el proceso de venir a nacer en el mundo de la forma, todo gira en torno al reconocimiento de que todos venimos al mundo con una geometría direccional muy específica. De modo que cuando hablamos del monopolo, estamos hablando de algo realmente extraordinario, porque es algo que nos provee de la ilusión de nuestra diferenciación individual, manteniéndola a través de la consistencia que le confiere la geometría que tenemos que transitar con nuestra vida, lo que reafirma, en ese sentido, el propósito y el valor de nuestro de ser único.

O sea, que cuando tratamos con el chófer del vehículo, estamos ante algo realmente especial de nuestra naturaleza humana. Ahora bien, de las 64 puertas que hay en el cuerpo gráfico, solo una de ellas tiene una relación directa con el monopolo magnético, y es la puerta 2 - El Receptivo - la más yin, la màs receptiva de todas las puertas, que representa el principio femenino de la forma en estado puro; la materia y el cuerpo. Aquí tenemos todos al chófer que nos lleva a lo largo de nuestra trayectoria individual en la vida.

 

El Vehículo

 

En mis presentaciones del Diseño Humano de los primeros años, usaba la analogía de un vehículo para hablar de los diferentes elementos que hay en nosotros. De una parte está el Cristal de Diseño, que representa al vehículo en sí mismo; es la bioforma que sirve de vehículo para la vida. De otra parte está el Cristal de Personalidad, que es quién creemos ser en un nivel consciente; el pasajero que va sentado en el asiento trasero del susodicho vehículo. La conducción del vehículo, la función de chófer, le corresponde enteramente al monopolo magnético, que no se dedica a pedirle instrucciones al pasajero, sino que simplemente mantiene el vehículo alineado con la geometría específica que le permite manifestar la diferencia individual de ese ser. En ese sentido, el chófer siempre sabe a donde va.

 

En Diseño Humano todo gira en torno al hecho de que eludiendo el condicionamiento uno elude también caer en la homogeneización de la propia vida individual. La homogeneización es lo que desluce y distorsiona el potencial mitológico que hay en cada uno de nosotros. El ser único y diferenciado que emerge a partir de operar correctamente siendo uno mismo es lo que puede definir nuestra mitología individual, y es lo único que puede llevar nuestras vidas al estado de realización individual que en Diseño Humano definimos como 'estar despierto'. Simplemente ser correcto siendo tú mismo ya te hace único, y te lleva a vivir la vida de alguien que está realizando todo el potencial de su encarnación en esta vida.

 

La Puerta 2 - El Chófer

 

Si realmente estás interesado en comprender algo acerca de la naturaleza del chófer que hay en tu diseño, entonces explora las diferentes líneas que la conforman. Al examinar las líneas de la puerta 2, lo que vemos realmente son las diferentes cualidades utilizadas por el chófer para poder alcanzar su objetivo último, que es el de recorrer su geometría de un modo ùnico. La receptividad como base primordial a través de la que se determina toda respuesta. Aquí yace la raíz de toda acción. Esta es la esencia de la puerta 2. El chófer está respondiendo a la vida, está respondiendo a su trayectoria individual.

 

Podemos decir que hay seis tipos de chóferes. El chófer de la primera línea es intuitivo. Esta es la base del movimiento; la unicidad está enraizada en un chófer intuitivo. La segunda línea habla del genio, que no sabe realmente cómo se conduce, pero que logra llegar de todos modos. Hay una cierta cualidad mágica inherente en esta línea. El chófer de tercera línea tiene que aprender a ser paciente. Ya sabemos que las terceras líneas tienen que pasar a través de su proceso de 'intento y error' para poder aprender, por lo que necesitarán tiempo hasta sentirse cómodas con su proceso.

El chófer de cuarta línea solamente puede operar correctamente cuando dispone de armonía. La armonía es su tema, una armonía que como individuo tendrá que vivir con un cierto nivel de secretividad; armonía a través de la discreción. La línea que caracteriza al chófer de la quinta línea se llama 'aplicación', y nos habla del tipo de chófer que solamente puede realizar su geometría individual haciendo gala de su capacidad de aplicar su energía con inteligencia práctica. El chófer de la sexta línea es fijo en su actitud hacia la dirección. Sólo tiene un objetivo; conducir. Ni más ni menos.

 

Hay todo tipo de chóferes y todo tipo de maneras de transitar la geometría que nos haya tocado en esta vida. Sin embargo, el camino que verdaderamente nos pertenece solamente puede revelarse cuando somos correctos en nuestro funcionamiento. No es que uno pueda cambiar la dirección. Pero el modo de experimentar el camino es algo que puede ser profundamente transformado. En el momento en que puedes operar correctamente para ser tú mismo, lo que estás haciendo realmente es liberar al chófer para que cumpla sus funciones a la perfección; la de llevarte a lo largo de tu geometría específica hasta ese lugar donde estás satisfecho de ser quien eres. Es, al fin y al cabo, la raíz de toda acción. El modo en que vamos a conducirnos en nuestra vida será también el modo en que el vehículo alcanza su éxito.

 

No olvidemos que la vida es primordialmente el proceso del vehículo. Tantas veces parece que lo que creemos ser - que no es nada más que nuestra personalidad - lo sea todo, y, sin embargo, sabemos que no es así. El pasajero que va sentado en el asiento trasero del vehículo no está necesariamente haciendo un viaje turístico a través de un vecindario lleno de famosos. Realmente no tiene ningún control acerca de los escenarios que le va a tocar ver a través de las ventanas de ese vehículo. Es el proceso del vehículo. Lo único que puede hacer el pasajero es pasar rendido a través de la experiencia. En el momento en que el pasajero es incapaz de tolerar la experiencia, en el momento en que el pasajero se pone a gritar que quiere ser él quien conduzca, quien tiene el control de la situación, ese es también el momento en que la homogeneidad ha vuelto a ganarle a alguien la partida.

 

Tu diferenciación es lo que te hace especial

 

En un cuerpo gráfico del Diseño Humano todo gira en torno a la comprensión de que la diferenciación individual de un ser humano es lo que le hace especial, en el sentido de que nunca ha habido, ni habrá, alguien como tú, porque no puede haberlo. Tú eres el único ejemplar de ti mismo que existe, por lo que mientras vivas intentando ser otro que el que eres, ese ejemplar único se habrá perdido. Y la totalidad sufre con esa pérdida.

 

Original: Ra Uru Hu

Traducción: Alokanand Diaz